Cuando cierras tú los ojos yo me apago,
si tú dejas de mirarme ya no existo,
que es mi vida un parpadeo, un amago
que se extingue en tu mirar, visto y no visto.
Tú, la diosa que me crea de la nada,
porque nada puedo ser si no me miras;
tus pupilas, las dos facas afiladas
hacedoras de mi muerte y de mi vida.
El color de tu mirada el que amamanta
la locura del querer seguir viviendo;
y tus párpados cerrados los que cantan
ese réquiem del morir
que estoy muriendo.
Son los todopoderosos de tus ojos
los que tienen en sus manos mi existencia,
no los cierres y los abras a tu antojo,
porque en ello va mi vida, ¡ten clemencia!
M. Lobato
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