Voz de bronce repicando
y en el azul estallidos,
los bueyes ya están uncidos
y la marisma esperando.
Al rociero alumbrando,
como un Dios amanecido,
el sol de pan ofrecido
al alma que está cantando.
Tintinean campanillas,
a caballo caballeros,
peregrinos en la orilla.
No sé dónde vas romero,
pero al oír tus coplillas
se que vas buscando el Cielo.
M.
Lobato
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