Ayúdame a odiarte,
a ver tus defectos,
a poder respirar en tu ausencia
otro aire que no sea el que te rodea.
Ayúdame a vivir otra vida distinta a la tuya,
aunque no sea la mía.
A entender que existen más ojos que me miran.
Perdóname cada beso que te dan los míos…
sin permiso.
Ayúdame a salir de este fuego de nuevo,
donde caí sin querer,
pero no me des la mano porque jamás la soltaría.
Dime en voz alta todo aquello que no significo para ti,
haz que me lo crea,
que no me sienta hombre al mirarte,
cástrame el alma para siempre,
pero no me eches de tu lado
porque ni Dios, matándome, lo conseguiría.
M.
Lobato