Todo se derrumba…
Sólo queda el abrazo de una soledad prematura,
que recompone tu hechura
con teselas de recuerdos imborrables...
La clepsidra de la espera
llena de lágrimas calientes…
El blanco pañuelo del alma
que el adiós agita…
La enorme mano del deseo
que intenta en vano retenerte…
Y en las entrañas vacías
un eco que grita…
¡Hasta siempre!
M. Lobato
M. Lobato
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