¿Qué hago?
¡Dímelo tú!
Pon algo de luz en este silencio que me ahoga
y que no me atrevo a traducir
por amor a la vida que me diste,
por temor a la muerte presentida.
Veo venir sus palabras
y cierro los ojos
para que pase de largo la verdad que temo…
Mis manos sudorosas
siguen modelando tu forma
en el barro de los sueños inventados.
Me estoy desangrando
por la herida de un final
que nunca tuvo principio.
No prolongues más esta agonía
de la vida que no tengo.
¿Qué hago?
¡Dímelo tú!
¿Me muero,
o sigo viviendo?
M Lobato
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