Si tuviera una cajita
donde refugiar el alma,
cuantas cosas guardaría;
mis penas, mis alegrías,
mis tempestades, mis calmas.
No haría falta que fuera
ni de oro, ni de plata,
simplemente de madera;
y ni siquiera con llave,
si al final, todo se sabe...
!Házmela tú carpintera!
y cóbrame lo que quieras,
no te preocupes por eso,
yo se muy bien lo que vale;
el alma, no tiene precio.
M.Lobato
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