Sólo me queda el pensamiento,
y ni siquiera sé si es mío,
porque le diste alas y voló,
y se posó fuera de mi alcance
a las puertas de un cielo cerrado
donde ningún dios me espera.
Allí donde no puede oír mi voz llamándolo,
ni sentir mi ausencia;
porque todo lo tiene y nada me necesita.
Plenitud de un sueño azul
que se cosió los ojos, cerrados a este mundo,
para no despertar realidades
que nada tienen que ver conmigo.
En verdad, espero que no vuelva,
no quiero pensar en otra cosa
que no tenga tu forma, ni tu alma;
déjalo estar a tu lado, en silencio;
nada espera, sino sentirte.
Sólo me queda el pensamiento,
y ni siquiera sé si es mío,
porque te prefiere a ti.
M.
Lobato
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