Hoy volví a brindar conmigo mismo
y rompí la copa contra el aire,
y sangraron de pronto mis oídos,
sangraron…
un silencio de cristales.
Hoy abrieron sus ojos mis cenizas,
a eso de la hora en que ya es tarde,
ya nada pude hacer con mis mentiras,
ya nada pude hacer…
sino quemarme.
Pero el mundo que se ríe,
y que me mira
acercarme a la llama incontrolable,
podrá llamarme loco, con razón;
pero nunca a mi amor dirán…
¡cobarde!
Manuel
Lobato
No hay comentarios:
Publicar un comentario